martes, 24 de abril de 2007

El tiempo

Pasa sin remedio, sigue sin parar, nadie lo atrapa y nadie lo detiene.

No sé si será el tiempo quien alivie esta situación o será cualquier otro elemento quien le ayude.

Lo que si sé es que pasa muy lentamente su carrera ante mis sentimientos cuando más rápido corre en mi desesperación, que no lo alcanzan pero lo persiguen cada vez a más distancia.

Cuando pienso creo que tan lejos te has ido que ya no me recuerdas. Yo a ti, sí.

El tiempo no me ayuda, el tiempo me ayudará cuando haya pasado y la huella de sus pasos en mi rostro haya dejado marcado.

Como un pequeño desvalido, como un navegante perdido, así me siento desde que te has ido. Cada día soy más consciente de mi presente, anhelo mi pasado, suspiro por mi futuro y miro de soslayo para todos lados. No estás, el espacio me confunde. ¿dónde estás?. Quiero que me olvides, quieres que me alegres, quiero en el fondo sorprenderte cuando te encuentre.

Nadie sabe, nadie quiere saber. Sólo siento que detrás de cada paso un ligero sentimiento brota bajo mi peso, mi gran peso, mi pena, esa que me ahoga, que me retarda, me ralentiza, me quita la vida y las energías.

Pero no desmayo; en cada gramo de mi pena, una tonelada de alegría, la de pensar cuánto bueno he tenido, cuánto hemos compartido, cuánto bueno que me has dado cuando has estado a mi lado.

Hoy sólo un pensamiento ha destacado. Cuánto me hubiese gustado estar a tu lado en ese momento desesperado.

No sé cuanto más te escribiré. Siento que me sientes demasiado alejado. Siento que no quieres seguir a mi lado, que la gloria te ha llamado, que me has dejado plantado. Pienso que antes ya lo hiciste una noche de verano del siglo pasado, cuando me dijiste: "echa pallá chalao", no con esas palabras, pero me dí por enterado. No supe llegar a ti, no supe decirte mi amor, mi te quiero mi pasión. Al día siguiente, si que lo hice bien. El tiempo me ayudó entonces, y el tiempo me ayudaba mañana a dejarte otra vez cada vez más cerca de tu espacio.

Cuando llegue el momento, quizá no me lo crea, tú tampoco lo harás, porque tantas historias olvidadas te he de contar que aún no las he vivido pero contigo las comparto desde el mismo momento en que te echaron en parto, a ti y a mi, a mi y a ti.

Universo divino que la escondes de mi alma no te agrandes que pronto te achicarás para dejarme contemplar a un alma ejemplar que ha volado, que se ha escondido en tus rincones pero que pronto, de nuevo, me tendrás que dejar gozar para hacerla sentir henchida de amor por lo que por ella sentí, siento y sentiré hasta que nuevamente contigo esté.

No te lo repito. Tú ya lo sabes. Es nuestro anunciado sentimiento que ahora es lamento, pero será rendención cuando a tu lado encuentre una vez más la bendición.

Gracias mi amor.

Adiós, cariño. Bueno hasta luego, que será mañana o quizá ayer, cuando te encuentre no te lo diré, sólo te sentiré y otra vez contigo gozaré como cuando uno ensimismado está con el infinito como fondo y el alma atrapada de amor, inundada de pasión, en calma y con amor, tu amor.

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