Quizá no sea este el mejor momento para empezar a dejar apuntes y notas en la red.
Maricarmen está esperando que acabe para salir a comprar algunas cosillas de comer.
Casi siempre está comprando comida para el desayuno, el almuerzo, la cena. No es que comamos en exceso, pero estamos castigados a hacerlo diariamente.
Ese es uno de los motivos para no extenderme demasiado en estas primeras frases que se van marcando poco a poco en la pantalla desde el teclado que mis dedos compulsivamente va golpeando al dictado de ideas que aparecen con poca fluidez todavía.
El segundo motivo para no ir mucho más lejos es el estado de ánimo.
Tal día como hoy hace un año mi vida dió un vuelco emocional u existencial que no sé donde parará ni que deparará.
No sé a que hora fue exactamente, sí se que fue por la tarde. Acompañé a mi padre a una visita médica en la que iba a ver el resultado de un TAC para comprobar su estado de salud.
Iba muy débil a la consulta aquella. Yo los dejé cerca de la consulta del médico porque lo veía muy débil, extremadamente débil para su poderío, mental y físico. Al menos, el que me parecía que siempre había tenido, incluso en los peores momentos. He dicho "los deje" porque Maricarmen y mi madre también habían venido a la consulta.
Lo dejo un momento luego sigo. Conviene que pare ahora.
Maricarmen me dice que no pare, que siga. Lo que ocurre es que si sigo no podré parar. Esto dura hasta hoy y tiene muuuuuuchos capítulos. La mayoría amargos.
Bueno, seguiré un poco más.
Tengo una imagen mental en mi cabeza que nunca podré olvidar. Cuando los dejé ante la consulta del médico, fue a cruzar por delante del coche. Lo hizo, pero lo importante no fue que cruzara por delante del coche, sino la imagen de debilidad tan tremenda que me caló hasta el alma.
Aparqué el coche y rápidamente fui a la consulta del médico. Ya estaban sentados los tres, junto a otras personas, en la sala de espera.
Esperamos un rato. A mí no me pareció que fuera mucho. Lo llamaron. Como no debíamos entrar todos, yo lo acompañé y las señoras se quedaron en la sala de espera.
Entramos en el despacho del médico, era un espacio más bien oscuro, presagiando el futuro, donde un médico muy amable que ya conocía a mi padre nos saludo con cortesía y profesionalidad.
Nos invitó a que nos sentaramos y tras un pequeño saludo, preguntó como se encontraba desde la última visita y echando mano de sus notas anteriores, vió que tenía encargado una prueba que mi padre traía en una bolsa. Era un TAC, una especie de radiografía, pero con más resolución.
Después de ojear la prueba, invitó a mi padre a que pasar a la sala de oscultación. Mi padre, que siempre ha sido muy obediente, en este caso tampoco había muchos motivos para oponerse, a no ser que fuese la debilidad que llevaba, se dirigió a la sala contigua para que el médico procediera con la exploración. Hay detalles en la conversación previa que no son relevantes o al menos yo no puedo recordar. Sólo recuerdo que antes de pasar a la salita contigua para iniciar la exploración, el médico susurro unas palabras. Le indique que no le entendía. Me lo repitió un poco más alto, pero yo seguía sin entender lo que me decía. No sé si fue el subconsciente o la falta de oído, pero no me enteraba de lo que me decía. Finalmente, el médico volvió a repetir, entonces si me enteré, "ESTO NO TIENE SOLUCIÓN".